Por el Dr. Pink Freud
Las décadas se nos van y ni siquiera nos damos cuenta. Si uno piensa "parece que fue ayer" cuando en México el PRI salió de Los Pinos... habría que pensar que de eso ya pasaron más de 10 años y seguimos esperando los tan mentados
cambios. Lo haremos sentados.
Pero mejor ni pensar en cosas tan, pero tan tristes. Mejor echemos a volar la memoria pensando en los pantalones acampanados y en las minifaldas, a caray pero si hace muy poco estuvieron de moda! Bueno, recordemos lo
cool (y costoso) que era tener unos Ray Ban... pensándolo bien las dos siguen siendo las mismas características.
Muchas cosas no han cambiado y muchas otras se han complicado. Se acuerdan cuando alguien preguntaba ¿quieres algo de la tienda? Y uno respondía: Tráeme unas papitas. No había mucho de dónde elegir y la variedad se limitaba a una, quizá dos, presentaciones. Ahora es materialmente imposible atinarle a los gustos de nuestro interlocutor, si no lo conocemos. Lo mismo sucede con los chicles, por ejemplo: había los baratos (y duros como piedra) que eran los
Canguro, cuyo sabor era
indescriptible y no aplico el calificativo como una virtud, sino al hecho de que nunca me quedó claro a qué sabían. Los más caros eran los
Motitas, cuya consistencia era significativamente menos
rocosa y además eran de olorosos sabores. Por alguna extraña razón los
Chiclets, que eran confitados, eran chicles "como para grandes", a pesar de que quien los anunciaba era Capulina. Hoy en día la enorme cantidad de marcas y sabores hacen del simple hecho de elegir algo que masticar, una cuestión que puede poner en crisis a los más indecisos.
Entre las cosas que creo que no han cambiado demasiado, a pesar del paso de las décadas, es el tema del pan y no me refiero al partido político. Los nombres de los panes han permanecido casi inalterables, así como la extraña costumbre que tenemos los mexicanos de asistir
en bola a las panaderías ¿Se han fijado que a las panaderías la gente asiste, por lo menos, en pareja? Uno lleva la charola y el otro ausculta minusiosamente las diferentes opciones de biscochos y señala exactamente el que quiere que se incluya en la charola ¿cuál es el criterio que se aplica? no lo sé, puede ser el tamaño, la apariencia o simplemente un capricho. Hasta no hace mucho tiempo las charolas eran de aluminio y uno tenía que confiar en las habilidades matemáticas de la señorita encargada de empacar los panes en la bolsa. Hoy en día las charolas ya son de plástico y en muchas panaderías el registro de las piezas de pan a pagar se hace por medio de sofisticadas terminales
touch screen.